viernes, 24 de julio de 2009

UNA POESÍA PARA TERMINAR JULIO

Jorge Manrique (1440-1479)
Coplas A la muerte de su padre.
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte contemplando
cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado, da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado fue mejor.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar, que es el morir;
allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir;
allí los ríos caudales, allí los otros medianos y más chicos,
son igualeslos que viven por sus manos y los ricos.
Este mundo es el camino para el otro, que es morada
sin pesar; mas cumple tener buen tino
para andar esta jornadasin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos, y llegamos
al tiempo que fenecemos; así que cuando morimos descansamos.
Ved de cuán poco valor son las cosas tras que andamos y corremos, que en este mundo traidor, aun primero que muramos las perdamos:
de ellas deshace la edad, de ellas casos desastrados que acaecen,
de ellas, por su calidad, en los más altos estados desfallecen.
Los placeres y dulzores de esta vida trabajada que tenemos,
no son sino corredores,
y la muerte, la celadaen que caemos.
No mirando nuestro daño, corremos a rienda suelta sin parar;
desque vemos el engaño y queremos dar la vuelta, no hay lugar.
Así, con tal entender, todos sentidos humanos
conservados, cercado de su mujer y de sus hijos y hermanos y criados,
dio el alma a quien se la dio
(en cual la dio en el cielo en su gloria),
que aunque la vida perdió dejónos harto consuelosu memoria.